jueves, 18 de junio de 2009

Someday never come.

En la adolescencia, mi padre me muestra un poema del “Cheque por cien mil afanes”, complicado para mi entenderlo, comprender por qué habría de representar una deuda el ser padre, el por qué tendríamos que ser “deudores” de una deuda ajena. Hoy tengo a mi hija, me doy cuenta en que es tan solo el nombre que se da al gusto, la bendición, el placer de serlo. Y aún no llega el día en que entienda tantas cosas que mi padre me ha dicho, supongo que en el endoso del cheque de los afanes vienen las referencias. “Endoso en propiedad los derechos de este cheque a: MI HIJO.” Pongo todos mis datos y firmo con gusto.

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